El escocés Andy Murray ha necesitado disputar cinco finales de Grand Slam para levantar un trofeo de campeón, pero al fin lo ha conseguido, rompiendo la sequía británica que duraba desde que Fred Perry conquistase en 1936 su tercer y último Wimbledon. Tras ganar los dos primeros sets, el camino hacia el título parecía allanado, pero Djokovic igualó el marcador y forzó el set definitivo. En ese momento, probablemente Murray recordó el encuentro disputado por ambos en Australia, que finalizó con victoria del serbio por 75 en el quinto set. Pero el escocés dio un giro a la historia y acabó venciendo por 76(10) 75 26 36 62. El primer set se resolvió con el tiebreak más largo de la historia del Grand Slam: 24 minutos.
La petición de asistencia médica por parte de Djokovic cuando iba perdiendo 5 a 2 del quinto set fue contestada con los abucheos del público. Finalmente, los dos jugadores volvieron a la pista para que Murray sellase el 62 definitivo. Como anécdota, por quinto año consecutivo, la final tuvo que jugarse en lunes debido a la lluvia, que había obligado a aplazar la semifinal Djokovic-Ferrer.
Durante la entrega de trofeos, el serbio ensalzó la trayectoria del escocés, a quien dio la bienvenida al Club de ganadores de Grand Slam: "Murray merecía ganar este Grand Slam más que ningún otro jugador". Por su parte, el escocés declaraba que "Novak es tan fuerte, pelea tanto hasta el final de cada partido, que aún no entiendo cómo he podido ganarle". La dureza actual de la competición se refleja en el hecho de que este año cada Grand Slam haya tenido un dueño diferente: Djokovic venció en Melbourne, Nadal en París, Federer en Londres y Murray en Nueva York. Son los cuatro mejores del mundo, aunque el orden no termina de fijarse: tras el triunfo de Murray en Nueva York, el escocés sube al tercer puesto, enviando a Nadal a la cuarta posición.